La Gran Manzana ardió: cientos de personas salieron a las calles para frenar las redadas del ICE y la respuesta fue inmediata y brutal.
Las protestas colapsaron avenidas, hubo empujones, gritos y un operativo policial que terminó con varios manifestantes detenidos.
La tensión subió de tono cuando algunos activistas intentaron bloquear vehículos oficiales y la policía respondió dispersando a la multitud.
Nueva York quedó partida entre el miedo, la furia y la indignación por los operativos migratorios que no se detienen.
