México vuelve a encabezar una lista nada honorable: la del trabajo informal. Más de la mitad de la población ocupada sobrevive sin contrato, sin seguridad social y sin derechos laborales, de acuerdo con datos oficiales.
Vendedores ambulantes, de frutas, por catálogo, repartidores, trabajadoras del hogar, taqueros y pequeños comerciantes sostienen la economía día a día, pero fuera del sistema.
La informalidad avanza mientras los salarios no alcanzan, el empleo formal se estanca y millones de mexicanos (del género al que pertenezcan), no tienen otra opción que trabajar “al día”.
El resultado es un país donde se trabaja mucho, se gana poco y se vive sin protección.
