El impacto de las redes sociales en niños y adolescentes ya encendió las alarmas a nivel mundial. Cada vez más expertos advierten que el uso excesivo puede afectar la salud mental, el comportamiento y la autoestima de los menores, mientras algunos países ya analizan o aplican restricciones de edad.
Ante este escenario, los padres no pueden bajar la guardia. Especialistas recomiendan supervisar el tiempo que los hijos pasan en redes, establecer horarios claros y revisar qué contenidos consumen y con quién interactúan. También es clave hablar abiertamente con ellos, explicarles los riesgos y fomentar el pensamiento crítico frente a lo que ven en internet.
Otro foco rojo es el cambio de conducta: aislamiento, ansiedad, irritabilidad o bajo rendimiento escolar pueden ser señales de alerta. En esos casos, limitar el acceso a redes y buscar orientación profesional puede marcar la diferencia.
La prevención empieza en casa. Acompañar, vigilar y poner límites no es prohibir, es proteger. Porque en el mundo digital, un descuido puede salir muy caro. R/90
