El horror se desató en el Puente de la Concordia, de la Alcaldía Iztapalapa, el pasado 10 de septiembre, cuando la explosión de una pipa de gas LP dejó 20 muertos y 31 heridos graves que luchan por su vida en hospitales saturados. Otras 33 personas lograron salir con vida, convirtiéndose en sobrevivientes de una de las catástrofes urbanas más impactantes del año.
En los hospitales públicos, el panorama es desolador: familiares tirados en pasillos y banquetas, médicos rebasados, pacientes quemados sin medicinas suficientes. La atención se asemeja más al rancho presidencial llamado La Chingada que a los hospitales de Dinamarca con los que nos ilusionó el ex gobierno presidencial al asegurarnos que tendríamos mejores hospitales que en Dinamarca, que la verdad, es mucho decir y no lo vieron nuestros ojos, al menos en ese sexenio.
En contraste, los verdaderos héroes son los ciudadanos: donan sangre, llevan medicinas, compran insumos, reparten comida y agua a los familiares abandonados a su suerte. Una muestra del espíritu solidario que siempre surge en México frente a la tragedia, aunque el sistema de salud haga agua por todos lados. R/90
Sábado 20 de Septiembre 2025.